PEQUEÑO Y DESECHADO

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2025-02-03 03:00:00

Pequeño soy yo y desechado, pero no me he olvidado de tus mandamientos.

Salmo 119.141

No importa nuestra estatura física ni el cargo que ocupemos. Lo que nos distingue no es lo que la gente ve, sino lo que llevamos en el corazón. Hay quienes se hacen líderes y no cumplen la misión que se les ha encomendado. Lo que Dios le ha encomendado hacer y cómo lo hace deben ser sus principales preocupaciones. Al fin y al cabo, tendremos que rendir cuentas de los talentos que hemos recibido de las manos del Señor (S. Mateo 25.14-30). ¡Cuídese!

Al darnos una tarea, Dios ya nos está preparando. Ahora bien, la parte principal de esta preparación se deja para el comienzo del trabajo, en medio y al final de todo, por eso necesitamos consagrarnos a Él en la oración y en el estudio de la Palabra. Los llamados por Dios no siempre pasan la prueba, pero los elegidos sí (S. Mateo 22.14). Pero deben estar alerta, porque recibirán nuevas instrucciones mientras realizan el trabajo.

No importa si el salmista era bajo de estatura, o si se le consideraba de poco valor o de valor estimado. Aquel que nos llama nos conoce desde nuestra concepción, y ha trabajado arduamente para hacernos nacer con la capacidad de llevar el Evangelio de la salvación a esta generación, que vendrá al Padre (Salmo 139.1-16). Así que no considere que el mero hecho de ser bajito sea un impedimento para hacer la obra del Altísimo, porque el Señor le honrará en toda prueba. ¡Usted es lo mejor de Dios!

Los que desprecian a los llamados por el Señor a la obra rechazan a Dios mismo. Esos insensatos se arrepentirán de haber declarado que el Creador se equivocó en lo que hizo. Ahora bien, el Señor es recto en Sus caminos, y los comisionados por Él también deben ser irreprochables. Compréndalo: al elegir a alguien para una misión, el Padre ya le ha dado la perfección: Perfecto serás delante de Jehová, tu Dios. (Deuteronomio 18.13).

        Ser bajo no es un obstáculo para ser salvo. Un buen ejemplo de ello fue Zaqueo, el recaudador de impuestos. Cuando Jesús pasaba por Jericó, el Espíritu de Dios le dio a Zaqueo un deseo: ver al Maestro. Así que el hombre, iluminado por el Señor, se subió a una higuera silvestre, porque Cristo pasaría por allí y él podría verle. El Salvador sabía para qué lo estaba preparando Dios. Por eso dijo a Zaqueo: —Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me hospede en tu casa, ¡y llevó la salvación a esa familia! (S. Lucas 19.1-10).

        El salmista también declaró que era despreciado. Ahora bien, quien sufre la indiferencia de la sociedad encuentra en el Hijo de Dios un apoyo para sobreponerse y convertirse en alguien de buen carácter y capaz de ayudar a quienes afrontan la adversidad. Tenemos que reconocer que el Altísimo hizo en nosotros el cambio necesario cuando nos estábamos formando en el vientre de nuestra madre. Por eso, ¡podemos cumplir Su voluntad!

Dígase a sí mismo que es irrelevante si alguien le llama bajito o alto. Lo que importa es que sepa que ha nacido para cumplir el plan de Dios. Si obedece los mandamientos, será recompensado de por vida. Nunca descuide los mandamientos de Dios ni los posponga, sino cúmplalos cuanto antes.

 

        En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

Dios, ¡nuestro amado Padre! Quisiéramos conocer lo mejor de la vida y seguir siempre Tus mandamientos. En cuanto al hecho de que alguien no nos considere aptos para hacer algo debido a nuestra apariencia física, por ejemplo, ¡nos alegramos de que seamos Tu imagen y semejanza!

Cuando nos ayudes a cumplir Tus mandamientos, tendremos un sentimiento de gratitud y de valor por Tu parte, así que, ante Ti, Te damos las gracias por Tus enseñanzas. Como siervos Tuyos, ¡disfrutamos de lo que Tú nos proporcionas!

        Zaqueo Te encontró y se realizó en Jesús, recibiendo al Maestro en su casa. ¡El pueblo fue testigo de cómo el publicano se arrepentía y tomaba la decisión de dejar las ofrendas del mundo, ¡para luchar en Tu fuerza y llegar a ser bendecido!