POSICIÓN ESPECIAL
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2024-12-31 03:00:00
Los ojos de Jehová están sobre los justos y atentos sus oídos al clamor de ellos.
Salmo 34.15
Originalmente, el hombre tenía el poder de ser victorioso en todas las batallas, como dice la Biblia acerca de la creación: Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» (Génesis 1.28). Sin embargo, con el pecado, todo cambió; de dominador, el hombre pasó a ser dominado y se separó de Dios (Génesis 3.8-24).
El hombre podía dominar a los peces (seres) del mar. El mar es donde hay muchas aguas, y los seres que hay en ellas pueden entenderse como ángeles, que actúan bajo las órdenes de Aquel que tiene todo el poder, nuestro Dios. Jesús dijo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. (S. Juan 14.12b). Por eso, cuando damos voz al Señor, los ángeles que le sirven entran en acción y realizan la obra (S. Juan 15.7). Nosotros no hablamos con los ángeles, ¡pero Dios sí!
En la parábola del sembrador, las aves del cielo son identificadas como demonios, tal como la contó Jesús: «El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. (S. Lucas 8.5). Marcos dice que las aves eran Satanás: Pero después que la oyen viene Satanás y quita la palabra que se sembró en sus corazones. (S. Marcos 4.15b). ¡Al hombre se le ha dado autoridad sobre el reino de las tinieblas!
El hombre tenía dominio sobre los animales que se arrastran sobre la tierra, las vidas pequeñas o microscópicas que solo se pueden ver a través de lentes especiales. Todos ellos estaban libres para atacar al hombre y destruirlo, incluso las especies salvajes. Sin embargo, al igual que los animales más grandes perdieron su ferocidad cuando entraron en el arca de Noé y no atacaron a los más pequeños, lo mismo ocurrirá en el milenio (Génesis 7.1-16; Isaías 11.6-9).
Hasta ahora, he hablado del poder que el hombre tenía desde su creación, pero que se perdió a causa del pecado de Adán. Esto aparentemente no tiene relación con el versículo, pero quisiera destacar la tristeza que se siente en el Cielo al vernos proceder como los perdidos, y no como los justos -justificados- en la sangre de Cristo. Jesús vino a hacer una gran obra y no fracasó en Su misión: nos compró para Dios. Ahora solo nos queda recibir la Palabra capaz de generar fe y, con ella, ¡cumplir la voluntad de Dios!
Dios ha puesto Sus ojos en nosotros para guiarnos en cada situación, por eso debemos escuchar Su Palabra. Sin ella, la fe no entrará en nuestro corazón y no haremos nada (Romanos 10.17; Hebreos 11.6). El contacto con el Altísimo viene a través de la fe en Cristo, entregada a nosotros cuando sabemos lo que ella dice sobre la revelación de lo que la Biblia nos informa que es nuestro derecho. Sin la dirección del Señor, ¡nunca veremos lo que se necesita para tener éxito en las batallas de la fe!
Todo lo que tenemos que hacer es permitir que el Espíritu Santo nos ilumine y ordenar que la trampa maligna sea destruida. Vea lo que la fe hace por aquellos que la tienen: Por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. (Hechos 3.16). ¡Con Jesús, vencemos!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios soberano! Aunque Jesús destruyó las obras del diablo hace más de dos mil años, todavía vivimos como si estuviéramos en la época del Antiguo Pacto, cuando el diablo aún no había sido derrotado y despojado del poder que le había arrebatado al hombre. ¡Tú eres la Verdad!
Nuestra posición en Ti hoy es especial, porque dejamos atrás el pecado cuando aceptamos a Jesús como Salvador. Ahora somos parte de Tu Cuerpo, viviendo al más alto nivel. Queremos realizar las mismas obras que el Maestro, ¡para que Tú seas glorificado en Él!
Te damos gracias por asegurar que Tus ojos están sobre nosotros, y Tus oídos atentos al clamor y a las determinaciones tomadas usando Tu promesa. Tu pueblo quiere honrarte como es debido, ¡así que danos Tu entendimiento para que no nos perdamos la bendición!