No había razón para que Efraín se quejara del Altísimo. Con sabiduría y amor, Dios atrajo a los habitantes de Samaria a la Verdad. Cuando se sintieron bajo algún yugo que les traía incomodidad, vieron que el Todopoderoso intervenía y los liberaba de esa carga. El Señor utiliza este método para apartarnos del pecado y ponernos en el camino de la felicidad. Confíe siempre en Dios, ¡que nunca pierde una batalla!

¿Por qué los hijos de las diez tribus se quejaron del Altísimo si no acataron Sus órdenes? Sin guardar los mandamientos de Dios, el hombre no puede exigir el cumplimiento de las promesas del Señor. Obedecer al Padre celestial es un requisito para que Él obre (S. Juan 14.21). Aunque deseemos operaciones divinas a nuestro favor, si no hacemos las cosas mínimas, los ángeles del Cielo no podrán actuar a nuestro favor bajo las órdenes de Dios. ¡El que no ama no es amado!

El Altísimo sabe hacernos volver a Él cuando tomamos decisiones que nos perjudican. Si no volvemos a caminar con Dios, nunca seremos bendecidos. Se equivocan los que dejan que el diablo gobierne sus vidas. El enemigo es malvado y nunca actuará de manera diferente. Los que se sienten alejados del Padre deben orar para saber cómo proceder (Isaías 55.6). Entonces, siguiendo con fe, verán cómo se realizan las maravillas del Señor. ¡Dios es fiel!

El rey de Israel, las autoridades y todo el pueblo vieron cuánto se habían alejado del Señor. Sin embargo, aunque estaban lejos de la Verdad, cuando se encontraron en apuros, acudieron a Dios y fueron ayudados en batallas decisivas. El Altísimo los acercó a Sí, impidiendo que el enemigo volviera a apoderarse de ellos y los hiciera caer una vez más en el pecado. Si hubieran vivido como prescribían las Escrituras, ¡habrían vivido cerca del Creador y habrían sido un ejemplo para los demás pueblos!

¿Cómo puede un pueblo llamado a ser representante de Dios en la Tierra vivir divorciado de Él? Los israelitas, que tantas veces habían visto la mano divina realizar maravillas en su favor, ahora solo veían problemas y dolor. Los que confían en el Padre nunca le echarán de menos, porque serán consolados día y noche. La Biblia dice: Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clame. (Salmo 4.3). ¡Crea y viva!

El Señor obra así para sacarnos de la iniquidad y ponernos en el camino de la felicidad. Así que no hay razón para que ninguno de Sus hijos ande como si Él no cumpliera lo que habla a su corazón. Los que leen la Biblia sin meditarla y no aprenden sus derechos nunca verán a Dios obrando en sus vidas. Caminar por la fe es acertar. El Padre vendrá a los que están cerca de Él: »Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, (S. Mateo 7.7). ¡Ore ahora mismo!

Dios ha quitado el yugo de nuestra cerviz, así que nos declaramos libres, pero tenemos que esforzarnos y tener buen ánimo. De lo contrario, nos perderemos la bendición. No hay nada mejor que leer la Palabra y saber lo que dice el Altísimo sobre nuestra posición en Cristo (Efesios 1.3). ¡Nuestra vida pasará por una transformación radical para bien, si creemos en Él!

En Cristo, con amor,

R. R. Soares