REFUGIO ETERNO

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2025-03-11 03:00:00

Para siempre, Jehová, permanece tu palabra en los cielos.


Salmo 119.89

El Señor y Su Palabra son uno; ella es el Señor Jesús, el Hijo (S. Juan 1.1), en Su forma eterna (S. Juan 1.1-14). El Cielo es el lugar de la perfección, donde está el trono de Dios y nuestro Salvador está a la diestra del Padre y Creador de todas las cosas (Colosenses 3.1). La Palabra, que contiene las promesas divinas, es nuestra Guía y lo seguirá siendo hasta el día en que estemos ante el Padre. ¡Necesitamos vivir ante Él para servirle!

Hay mucho que aprender del Nuevo Pacto; sin embargo, sin el don del arrepentimiento actuando y sin la misericordia del Señor, poco nos será revelado. Pedro sintió esta falta al hablar de las declaraciones de Pablo: En casi todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen (como también las otras Escrituras) para su propia perdición. (2 Pedro 3.16). ¡No somos mejores que los impíos!

No podemos aumentar ni disminuir nada en la Palabra, porque es el Verbo divino, la expresión de Dios y del Espíritu Santo, como lo declaró Isaías: «Y éste será mi pacto con ellos», dice Jehová: «Mi espíritu que está sobre ti y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán jamás de tu boca ni de la boca de tus hijos ni de la boca de los hijos de tus hijos.» Jehová lo ha dicho, desde ahora y para siempre. (Isaías 59.21).

La Palabra permanece en el Cielo, donde no hay corrupción ni desviación. Es la plena voluntad del Padre hecha con total fidelidad. Sin duda, es necesario que tengamos verdadero temor del Altísimo, para que no desviemos nunca del Camino propuesto a Sus siervos. Al igual que el apóstol Pablo, necesitamos pelear la buena batalla, terminar la carrera y mantener la fe, sin la cual no agradamos al Señor (1 Corintios 8.8; 1 Pedro 2.5). ¡Prosigamos en la Verdad!

La Palabra es lo que Dios representa para nosotros. Ella es Amparo, Fortaleza y nuestro pronto ​​Auxilio en las tribulaciones (Salmo 46.1). Cuando leamos la Biblia, debemos hacerlo con cuidado, esperando la guía del Señor, con el objetivo de mejorar nuestra vida ante la Verdad. El Padre moldea de esta manera a Sus hijos y los libera de cualquier mala inclinación que aún pueda existir dentro de ellos.

Pablo, al darse cuenta que tenía serios problemas sobre las inclinaciones de la carne, exclamó: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7.24). Por eso, necesitamos la comprensión de Aquel que vive eternamente en el Cielo, para poder servir al Señor con excelencia, lo cual es posible, porque no hay nadie que testifique lo contrario. Nuestro consuelo son las misericordias de Dios, que son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3.22-23).

¡Cuán santo y poderoso es nuestro Padre! Su manera de tratarnos es muy excelente y Sus favores nos deleitan grandemente. Somos carne y susceptibles de error, pero los dones divinos son irrevocables (Romanos 11.29). Consciente de esta verdad, nunca se desanime. ¡El Creador lo sabe todo y nos ama! Crea que nada nos separará del amor de Cristo. A pesar de ser Dios, ¡Él mora en nosotros, Sus hijos!

 

En Cristo, con amor,

 

R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Dios del amor eterno! ¡Qué seguridad! Somos Tus hijos y esto no cambiará. Moldéanos según Tu santa voluntad, guiándonos a experimentar lo mejor de Ti cada día mientras caminamos hacia la Sión celestial. ¡Gracias por amarnos!

Tu Palabra y Tu Espíritu son el pacto que hiciste con el hombre, cuando entregaste a Tu Hijo para pagar el precio de la caída. Ahora somos completamente Tuyos y nada nos separará de Ti. ¡Cómo es bueno saber que estaremos Contigo por siempre!

¡Que nuestras vidas sean un constante derramamiento de Tu presencia! No aceptamos a nadie más que a Ti en nuestros corazones. El Nuevo Pacto nos hizo Tuyos para que vivamos bajo Tu protección y Tu amor. ¡Ayúdanos a rescatar a los que están perdidos!