Los que se entregaban voluntariamente a Dios eran considerados príncipes de Su pueblo. Sin embargo, en el Señor, ya eran soberanos por lo que hacían en favor del Reino de los Cielos. Jesucristo nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios (Apocalipsis 1.6), por lo que nunca temeremos ir contra el enemigo. La batalla pertenecía al Altísimo y a los que, al oír la divina llamada, se presentaron como fieles soldados. Los reyes lucharon, y las fuerzas celestiales los utilizaron. Luego entraron también en la batalla los gobernantes de Canaán que estaban observando.

Hoy, cuando un hermano se enfrenta a las fuerzas de las tinieblas, Dios hace que Sus ángeles acudan en su ayuda. Así, de un modo que solo el Todopoderoso sabe cómo, los intercesores se sirven de las lenguas de los ángeles para hacerlo victorioso (Salmo 34.7; 1 Corintios 14.2). Confíe en el Señor y nunca estará solo en la adversidad. Es hora de despertar e ir al ataque final. ¡Saldrá victorioso!

Los cristianos de distintos rincones del mundo oran en misterios y hablan con Dios, y Él envía a Sus "reyes" a entrar en los conflictos para ayudarles. El Buen Pastor sabe llevar a Sus siervos a clamar en favor de otros siervos. Somos una comunidad que ama al Altísimo con todo Su corazón, y Él nos ama de la misma manera. Porque los salvados nunca están solos, vencen las dificultades (2 Corintios 2.14). ¡Alabe sea Dios por la ayuda enviada!

En varias ocasiones, somos utilizados como reyes comisionados por el Altísimo porque, bajo la unción, nos volvemos audaces en nuestra intercesión. Así, muchos que estaban en peligro son arrebatados del fuego. ¿Cuántas veces obedece la Iglesia al Altísimo y socorre a los necesitados? En el misterio, ore y póngase en la brecha en favor de los necesitados. Los reyes que Dios llama se convierten en verdaderos caudillos bajo la mano del Señor.

Los reyes de Canaán lucharon solo para cumplir la cuota de paciencia divina, porque sus esfuerzos fueron en vano. El mal nunca vencerá a los que son guiados por el Señor de señores (Romanos 8.31-39). Los enemigos se creyeron los grandes vencedores, pero cuando las lluvias, las tormentas y desbordamiento de los ríos lo encontraron, sus caballos y carros se desmoronaron ante el pueblo santo de Dios. ¡Así será hoy!

El valor de Zabulón y Neftalí fue mayor que las ecuaciones vacías de Rubén, porque los dos grupos juntos valían más que los que se acobardaron y abandonaron la batalla. El ejército de Barac ni siquiera tenía un caballo, un burro o un asno para su comandante, pero la descendida del monte ya lo había preparado para el enfrentamiento. Quien sirve a Dios está dispuesto a no retroceder ni dejarse vencer. ¡Este siervo vencerá!

No hubo ni un solo rey que ayudara a Israel por interés en ganar plata o beneficiarse de su saqueo. El Señor llevó a cada uno a unirse a su pueblo. Jabín no se dio cuenta de cuánto lo odiaban por sus 20 años de maldad en Israel, pero Dios sí. El Altísimo pondrá fin a todo lo malo que le suceda. ¡Sea firme para que el Altísimo se regocije!

        En Cristo, con amor,

        R. R. Soares