TE HE ENGENDRADO HOY

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2025-02-12 03:00:00

Por eso, tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose Sumo sacerdote, sino que fue Dios quien le dijo: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.»


Hebreos 5.5

Uno de los ejemplos dado por Jesús fue el de no Autoglorificarse. No hizo una defensa de Su trabajo y misión de ser Sumo Sacerdote. Cuando nuestras intenciones incluyen la posición o la alabanza que queremos recibir, nos desconectamos de Dios. Él sabe que tenemos que mantener la fe y la pureza para ser utilizados. Es por eso que a menudo vemos nuestras oraciones sin respuesta. ¡Debemos servir al Señor con temor!

Sea lo que el Altísimo ha planeado para usted, esforzándose por cumplir lo que el Espíritu Santo le impulsa a hacer. Sea puro ante Dios para ser un instrumento en Sus manos. El pecado es como un aislante, que se interpone entre nosotros y el Creador (Isaías 59.1-2) e impide nuestra comunión con Él. Recuerde: el Padre es Fuego consumidor (Hebreos 12.29), y Su intervención depende de Sus designios. ¡Él nunca se sorprende, pues es omnisciente!

Los que se dejan guiar por el Espíritu Santo nunca se avergonzarán, porque obedecerán las indicaciones del Cielo. Ahora bien, los que se debaten entre seguir la santidad o beber las «delicias» del pecado no recibirán la ayuda de Dios (Santiago 4.4). La instrucción viene del Espíritu de Dios a través de las Escrituras, no de lo que alguien crea haber oído del Señor. Eso no es lo que dijo Jesús: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir. (S. Juan 16.13). Santifícalos en tu verdad; Tu palabra es verdad. (S. Juan 17.17).

Jesús tenía un propósito y no lo abandonaría; después de todo, había sido enviado a proclamar el Evangelio -la Buena Nueva- al mundo. Cristo nos mandó seguir Su ejemplo, con todas las manifestaciones del poder divino (S. Juan 13.15). Debemos tener cuidado de no salirnos del fuego concedido por el Señor pasándonos a cuestiones religiosas, que no tienen nada de Dios en ellas. Debemos dar testimonio a la gente de que somos siervos del Altísimo. Sus prodigios lo confirman (Hechos 14.3).

Mostramos nuestra identidad cuando hablamos del poder y la voluntad de Dios a aquellos que no pueden liberarse de las fuerzas del mal. La unción que hemos recibido nos permite ministrar en las vidas de aquellos que aman al Señor y necesitan Su ayuda, liberándolos de las cadenas del pecado, del sufrimiento y de aquello que los desvía de las obras de la verdadera fe. ¡Los salvos son poderosos en la Palabra!

 En cierto modo, nuestra misión es la misma que la de Cristo: predicar la libertad a los oprimidos por el diablo, deshaciendo las malas obras hechas contra ellos y, al mismo tiempo, atando toda acción del diablo (Hechos 10.38; 1 Juan 2.6). Y les dijo: —Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (S. Marcos 16.15). ¡Quien obedece al Señor se convierte en Su discípulo con gracia y autoridad!

Actuemos mientras es de día, porque cuando llegue la noche nadie podrá trabajar (S. Juan 9.4). Ninguna fuerza nos impedirá hacer el bien, haciendo que la mano de Dios actúe en favor de los que necesitan Su intervención. Hemos sido llamados a ser canales de bendición para los que sufren. ¡Jesús vino a dar vida en abundancia!

 

        En Cristo, con amor,

 

        R. R. Soares


La Oración de Hoy

¡Señor del buen ejemplo! Te damos gracias por habernos dado Tu Palabra, en la que se revela Tu voluntad. Con ella, alcanzamos el éxito en todo en la vida. Que seas glorificado por nuestras acciones. Aprendiendo de Ti, ¡viviremos felices y con buen ánimo!

Nuestra meta es vivir a Tu lado, caminando como Jesús caminó, actuando como maestro en toda excelencia. Padre, Él no se glorificó para hacerse Sumo Sacerdote, sino que Te glorificó a Ti. ¡Por eso lo hiciste sacerdote de nuestra confesión!

Jesús escuchó de Ti que era Tu Hijo, engendrado en el día de la Buena Noticia de Tu Reino de felicidad eterna. Los que estaban dispersos, sufriendo a manos de sus enemigos, entraron por la Puerta angosta. ¡Te damos gracias por amarnos!