VIEJO Y COLMADO DE DÍAS
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2025-01-31 03:00:00
Viejo ya David y colmado de días, proclamó a Salomón, su hijo, rey de Israel.
1 Crónicas 23.1
El tiempo de David se le estaba terminando, porque, como dijo Dios por medio de Moisés, el límite de la vida para el hombre era de 70 a 80 años, y todo lo que fuera más allá de eso sería agotador: Los días de nuestra edad son setenta años. Si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan y volamos. (Salmo 90.10). En aquellos tiempos no había personas que vivieran más que eso, pero hoy volvemos a tener algunos centenarios.
La ciencia se dedica a investigar para mejorar la salud de las personas, y algunas consiguen prolongar sus años en la Tierra. Sin embargo, todavía es demasiado temprano para atribuirlo al trabajo de esas personas desinteresadas que hacen todo lo posible por prolongar su vida. Por un lado, esto es bueno, y deberíamos aprovechar el «estiramiento» de la longevidad para conducir a más personas a la salvación eterna. Los que no creen en la eternidad tendrán la oportunidad de meditar sobre lo que Dios dice al respecto.
Según los estudiosos, en tiempos de Jesús, alguien que tenía 40 años era considerado anciano, porque la esperanza de vida era de hasta 38 años más o menos. Ahora bien, si comparamos esta esperanza de vida con la de los nacidos en los días posteriores a la creación, cuando algunos vivían casi mil años, como Matusalén, que murió a los 969 años (Génesis 5.27), estos eran bienaventurados. Ahora bien, incluso la longevidad de los primeros tiempos no es nada comparada con la vida eterna que disfrutaremos en el Reino de Dios, ¡donde ya no seremos atormentados por el diablo!
David vivió por causa del reino de Israel para mostrar al mundo que la fe en el Señor es importante y, gracias a ello, los ancianos de la época de Josué vieron aumentados sus días (Jueces 2.7). Se dieron cuenta de que el pueblo no estaba preparado para vivir solo, porque con la partida de su líder y capitán, carecían de la madurez y el entendimiento para seguir la voluntad de Dios. De este modo, podrían perder las próximas batallas, ¡así que oraron!
El rey de Israel no hizo una evaluación de cómo se sintió al disminuir sus fuerzas, ni se quejó por no poder entrar y salir como antes, sino que oró a Dios en favor de su sustituto al frente del país. Así le fue mostrado Salomón, su hijo. David se reunió con los dirigentes del gobierno y les comunicó la elección de Dios para el sucesor al trono. Aceptada la decisión por todos, Salomón comenzó a reinar.
David envejeció, pero no perdió la razón, ni hizo cosas vergonzosas para sí mismo o para su familia. Estaba lleno de días y de experiencias. Salomón aprendería a temer al Señor viendo a su padre hacer lo correcto, además de seguir creciendo ante Dios y los hombres. David hizo a su hijo rey de Israel, y ésa fue la certeza de que el país tendría paz y prosperidad, porque no había nada que le impidiera entregarse al Señor, como lo hacía David.
Nosotros también estamos envejeciendo, y pronto veremos a nuestros hijos espirituales dirigiendo el trabajo y llevando a cabo la voluntad de Dios. La elección correcta tiene que venir del Todopoderoso; si es del hombre, los frutos mostrarán fácilmente la diferencia. Los que nos sustituyan tendrán mucho trabajo por delante, porque el Reino de los Cielos no puede ser disminuido. ¡Debemos ser uno con el Señor!
En Cristo, con amor,
R. R. Soares
La Oración de Hoy
¡Dios sabio y santo! Todo líder levantado por Ti para dirigir la Iglesia necesita de Tu unción, porque Tú eres el Comandante de la obra. ¡Este siervo debe ser santo, poderoso y obediente a cada mandamiento de la Palabra!
Tú estuviste con Salomón, hijo de David, quien fue rey por Tu nombramiento y bajo Tu dirección, así que él hizo lo que era correcto a Tus ojos. No podemos posponer la decisión de buscarte. Si no tenemos Tu guía, ¡no haremos bien la obra!
David, que era viejo y experimentado, clamó a Ti para que le mostraras que gobernaría en Tu Nombre, por el bien de Tu Reino y de Tu pueblo. Como Tú mostrarías al que habías llamado y preparado, David y el pueblo aceptaron Tu decisión. ¡Úsanos, Padre!