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Imagen: AdobeStock

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Dr. R. R. Soares

Este mes, estudiaremos un poco sobre la posición de nuestra alma ante el Señor y aprenderemos del Altísimo que lo mejor es tener siempre una índole humilde, como advierte la Palabra: Quitó de los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes (Lucas 1:52).

EXALTACIÓN EN EL SEÑOR: Cuando ellos estén abatidos, dirás tú: “¡Sean enaltecidos!”. Entonces Dios salvará al de mirada humilde (Job 22:29). La mejor respuesta a las agresiones del reino de las tinieblas, en cualquier aspecto de la vida que esta ocurra, es volver a las Escrituras y decir que habrá exaltación para quienes pertenecen al Reino de Dios. En verdad no le faltará ningún don (1 Corintios 1:7). Usted usará así el poder para cumplir la Palabra del Señor. La exaltación se logra cuando nos humillamos ante el Altísimo, así como cuando confesamos nuestros pecados. ¡Mientras usted esté alineado con el Padre celestial y usando la fe, todo le irá bien!

LO QUE DIOS QUIERE VER EN USTED: Porque JEHOVÁ es excelso, y atiende al humilde, pero al altivo mira de lejos (Salmos 138:6). Su espíritu es la lámpara de Dios en su vida. A través de ella, Él lo examina con el mayor cuidado y lo promueve a mayores niveles, que lo harán realizarse en la presencia de Dios. El Señor conoce la persona que no Lo respeta y que nunca está satisfecha con Su bondad y Su amor. Huya de la soberbia, pues en ella reside la fuerza del mal para prenderlo en las garras del maligno. ¡Los liberados viven la plenitud de las bendiciones!

LA MEJOR DECISIÓN: Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir el botín con los soberbios (Proverbios 16:19). Vivir entre los soberbios puede que ofrezca un lucro más grande y más placentero, pero ser humilde de espíritu con los mansos, doblándose ante Dios y Su Palabra, trae una retribución eterna y majestuosa. Jesús se sometía al Padre y, por eso, era recompensado con la orientación y la asistencia del Padre. De la misma forma serán tratados quienes se entreguen al Señor.

LA MEJOR RECOMPENSA: La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra (Proverbios 29:23). ¿Por qué ceder a un estado de espíritu capaz de hacerlo sentirse la peor persona del mundo? Opte por la humildad, que lo permitirá ser honrado donde sea y también alcanzar las mayores ganancias. La elección siempre pertenece a quienes anhelan vivir liberados de problemas y tener lo mejor de Dios. Jamás ceda a la mentira ni se confunda con el ejemplo de esas personas que no conocen al Señor y, por eso, viven dominadas por el demonio. ¡Quienes amen al Padre celestial serán siempre maestros en la simplicidad y obtendrán el honor y las demás bendiciones!

OBRA COMPLETA: Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de JEHOVÁ (Sofonías 3:12). Después de prometer que sacará de nuestro medio a aquellos que se exultan en su soberbia, afirmando que nunca más nos ensoberbeceríamos en Su monte santo, la Iglesia (Sofonías 3:11), el Señor afirma que dejaría entre nosotros un pueblo humilde y pobre, libre de las prácticas que oprimen de modo vergonzoso a aquellos que se entregan a ellas. Lo importante es el pueblo que confía en el Nombre del Señor. Con Él, podemos realizar las obras de Jesús y otras todavía más grandes (Juan 14:12). ¡El amor divino es maravilloso y nos completa!

DOS CONDICIONES A DESEAR:  Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:29). Aquellos que no examinen lo que Dios dice en Su Palabra nunca serán exitosos a la hora de usar la fe en Cristo, porque les faltarán estas dos virtudes: ser mansos y humildes de corazón. La condición para alcanzar tal bendición es tomar el yugo de Jesús, el cual es suave, y su fardo, que es leve, así como aprender de Él. Actuando así, encontraremos descanso para nuestra alma y poder para actuar en Su Nombre contra todas las formas del mal que atacan la humanidad.

COMO UN NIÑO: Así que cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos(Mateo 18:4). El objetivo de las personas debe ser entrar y poseer el Reino de Dios. Sin embargo, hay quienes todavía no han entendido que esto debe estar en primer lugar y, es por eso que todavía se someten a las tentaciones del maligno. El Señor no quiere que nos esforcemos más de lo necesario ni que paguemos un precio inexistente para que estemos en Jesús, y Él, en nosotros. La orientación celestial es que nos volvamos humildes como el niño citado en el versículo, que Lo tenía a su lado. Así, seremos los mayores en el Reino de la perfección y de la justicia. Una vez que hayamos sido salvados, nunca más sufriremos ningún ataque del maligno. Esto debe ser un motivo de oración para aquellos que anhelan vencer y pertenecer al Reino duradero. No hay nada mejor ahora, y en el porvenir, que ser salvados.

LA VENIDA DEL REY PERFECTO: Decid a la hija de Sión: tu Rey viene a ti, manso y sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de animal de carga (Mateo 21:5). El pueblo de Dios necesita oír acerca de su Rey, que es el fiel y buen Pastor de aquellos que se abrigan a Su sombra. Los hijos del Altísimo tienen un papel que cumplir ante todas las cosas, por eso deben ser fieles e inquebrantables para recibir y liberar a los oprimidos por el enemigo. Nunca debemos negar las ofertas de Espíritu Santo para vencer las tentaciones. Como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos hablar sobre la humildad del Rey eterno y de la conducción que Él usa para llegar hasta nosotros. Jesús vendrá a su corazón de modo simple y perfecto. ¡Ámelo y será amado!

PABLO Y SU RUEGO: Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y bondad de Cristo, yo, que cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros, pero que cuando estoy lejos soy atrevido con vosotros (2 Corintios 10:1). Los hermanos de Corinto no habían aprendido a caminar gracias al Espíritu, sino a través de la carne. Sin embargo, con sabiduría, el apóstol se valía de una mansedumbre y benignidad divinas para darles la orientación correcta. Al final de cuentas, las armas de nuestra milicia no son carnales, sino que son poderosas y capaces en Dios de destruir fortalezas (v. 4). ¡Somos más que vencedores!

En Cristo, con amor,

Dr. R. R. Soares

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