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Imagen: AdobeStock

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Dr. R. R. Soares

LOCURA COMPLETA: ¡Oh generación!, atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel o una tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: “Somos libres; nunca más vendremos a ti”? (Jeremías 2:31). El pueblo de Judá se alejó de Dios, cuando se entregó a varios desvíos. Como Dios no podía atenderlos en sus errores, concibieron la idea se huir de Él, desvinculándose para siempre. Llegaron a decir que nunca más Lo verían. El Señor los instó a que reconsideraran esas actitudes, pues Él nunca fue para Israel como un desierto, ni tierra de obscuridad total. ¡El Altísimo nos advierte que no caigamos en ese embuste de Satanás, pues el pecado nos separa de Dios (Isaías 59:2)!

LA MALA COSECHA ESTABA POR LLEGAR: Así dice JEHOVÁ de los ejércitos: “Sed sabios y haced venir a las plañideras; buscad a las hábiles en su oficio.” (Jeremías 9:17). Judá actuó mal y, por eso, debía enfrentar grandes tribulaciones. La situación se volvería realmente difícil para los que se distanciaron de la Verdad, y su fin sería la muerte. Dios hizo que el profeta los orientara para que convocaran a las plañideras –mujeres contratadas para llorar por los muertos, haciendo que la sala se vuelva más fúnebre aún. También debían procurar a las mujeres sabias, para verificar la situación en la que el pueblo se encontraba y levantarle el ánimo, y que así regresase al Señor.

VIGILAR Y ORAR SIEMPRE: Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa (Mateo 24:43). Los siervos del Señor deben estar atentos siempre, pues el demonio es impredecible en sus acciones. Basta que vea las puertas abiertas para que haga su extraña obra. Sin embargo, si estamos en comunión con Dios, simplemente la entrada a las fuerzas del reino de las tinieblas permanecerá cerrada. Cuando algo nos enoja y se vuelve motivo de nuestras oraciones, debemos resolverlo cuanto antes. ¡El Padre nos auxiliará!

PILATOS SE DECLARÓ INOCENTE: Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros” (Mateo 27:24). El gobernador romano Poncio Pilatos interrogó a Jesús, y le preguntó si Él era el Rey de los judíos, y el Salvador contestó: Tú lo dices (Mateo 27:11). Los principales de los ancianos acusaban a Jesús de muchas cosas. Pilatos Le preguntó si no iba a responder, pero Cristo se calló, y aquella autoridad quedó maravillada. Entonces, el pueblo pidió que Lo crucificasen. El gobernador se lavó las manos en el agua y dijo que él era inocente de que se derramara la sangre del Maestro. Intentó absolverse a sí mismo con agua, y no con la verdad. ¡Pobre Pilatos!

DIOS ALIMENTA: Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? (Lucas 12:24). Si el hombre supiese su valor a los ojos de Dios, se consagraría a Él y todo su sostén vendría del Señor. El Altísimo hizo que los cuervos le llevaran carne y pan a Elías, cuando estaba escondido en el arroyo de Querit. Las aves no comieron lo que no les pertenecía, al contrario de lo que suele hacer el hombre, que es capaz de tomar la comida de las aves. Quien respeta el plan del Cielo, aun en tiempos de crisis, será alimentado como es conveniente. ¡El Señor nutre a todo ser vivo!

DIOS VISTE: Considerad los lirios, cómo crecen: no trabajan ni hilan, pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos (Lucas 12:27). Nadie necesita usar la violencia para mantenerse vivo o cubrirse con buenas vestes, porque el Señor viste a los lirios de los campos de modo tan hermoso, que ni Salomón igualó tal proeza con toda la sabiduría que recibió de Dios. La revelación divina demuestra que nada les faltará a los que creen para que se vistan bien.

LUCHA CONTRA EL PECADO: Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11). Para librarse de la tentación y del pecado, todo lo que los hijos de Dios deben hacer es contemplar lo que el demonio les muestra y resistirse. Toda reprensión que es realizada en el Nombre de Jesús descarga tanto fuego de Dios sobre el maligno, que este huye temeroso (Santiago 4:7). No necesitamos luchar contra el enemigo todo el tiempo; en verdad, basta increparlo, sin darle más atención, y él luego tomará su camino. Jesús nos dio poder sobre el Infierno y sus tentaciones (Lucas 10:19).

QUIEN ESJESÚS: Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y Sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús (Hebreos 3:1). Según la Palabra de Dios, debemos considerarLo como apóstol y sumo sacerdote de nuestra confesión. Como apóstol, porque Él lanzó los fundamentos de nuestra fe y, como Sumo Sacerdote, entró en el Santo de los Santos del Cielo y abrió las puertas para que la humanidad entrara en la presencia del Padre y se abasteciera de todo qué Él providenció. Jamás acepte el pecado, la enfermedad ni la escasez. ¡Vida abundante!

EL FACTOR MELQUISEDEC: Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín (Hebreos 7:4). Melquisedec era rey de Salem, antiguo nombre de Jerusalén, y sacerdote de Dios, a quien hasta Abraham, el patriarca, entregó el diezmo de todo. Nada se sabe del nombre de sus antepasados, pero su padre y su madre provenían de la rama de uno de los hijos de Noé. ¡El hecho de que Abraham le devolviera los diezmos muestra el temor de Melquisedec al Altísimo!  

LA OBEDIENCIA DEL SALVADOR: Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar (Hebreos 12:3). El Señor soportó a los pecadores en sus contradicciones, pues vino a la Tierra para redimirlos. También tenemos de soportar a los perdidos en sus prácticas equivocadas, porque somos representantes de Dios para conducirlos a la redención. No somos jueces para condenarlos ni abogados para defenderlos, sino predicadores para mostrarles cómo serán perdonados y salvos.

En Cristo, con amor,

Dr. R. R. Soares

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