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Imagen: AdobeStock

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Dr. R. R. Soares

La lección de la Escuela del Espíritu Santo de este mes fue extraída de los registros de la Biblia, donde se menciona una expresión muy usada hoy en día entre los cristianos, la cual tiene un gran poder: en paz. ¡Esto significa que hay una solución para tus problemas, y nada podrá detenerte o trastocar tus planes!

LA PROSPERIDAD TRAE PAZ: Ellos respondieron: Hemos visto que JEHOVÁ está contigo, y dijimos: “Haya ahora juramento entre nosotros.” Haremos contigo este pacto: Tú no nos harás ningún mal, pues nosotros no te hemos tocado; solamente te hemos hecho bien y te dejamos partir en paz. Tú eres ahora bendito de JEHOVÁ (Génesis 26:28,29). El rey de Gerar vio que Isaac era sobremodo ayudado por Dios, pues, cada vez que cavaba un pozo, encontraba agua; mientras que los filisteos hacían el mismo, pero no tenían éxito. Además, se alarmó al constatar que el hijo de Abraham había sembrado ese año y cosechó cien veces más. Entonces, dicho rey y el jefe de su ejército fueron a conversar con Isaac y le propusieron la paz, ¡confesando que éste era un bendito del Señor!

VOLVIERON EN PAZ: Todo el pueblo volvió sano y salvo al campamento de Josué en Maceda, y nadie se atrevió a mover su lengua contra ninguno de los hijos de Israel (Josué 10:21). Josué cumplió lo que dijo a los gabaonitas, quienes actuaron con ardid contra Israel para salvar su propia vida. Como había jurado en Nombre del Señor, Él los socorrió cuando fueron agredidos por cinco reyes amorreos. Éstos se habían sentido traicionados por Gabaón, que se unió a los hijos de Jacob. En esa guerra, el Altísimo luchó a favor de Su pueblo, lanzando de los Cielos piedras sobre el ejército de los cinco reyes. Los israelitas volvieron sanos y salvos hacia el capitán, mostrando que en nuestra lucha contra las fuerzas de las tinieblas, ¡ninguno de nosotros caerá por tierra!

LA MENTIRA NUNCA PREVALECE: El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté: Por cuanto Israel, cuando subió de Egipto, tomó mi tierra, desde el Arnón hasta el Jaboc y el Jordán, devuélvela tú ahora en paz (Jueces 11:13). El relato del rey amonita era falso pues Israel, bajo el comando de Moisés, no tomó nada de Amón, sino que venció a Sehón, monarca amorreo, que se había apropiado de una parte de la tierra de Moab. Entonces, para no tomar todo el territorio, el rey moabita entregó lo que había sido conquistado por Sehón, el cual perdió la guerra contra Israel, así como los jóvenes que huían de la batalla y las muchachas de su reino. Los hijos de Jacob se quedaron con toda la región de Sehón, incluyendo la porción tomada de los moabitas (Números 21:21-31).

FIN DE LA BATALLA: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho, le dijo Elí (1 Samuel 1:17). Ana, una de las esposas de Elcana, que era estéril, vivía muy acongojada por la humillación que sufría de parte de Penina, la otra mujer de su esposo. En aquellos días, la esterilidad no era vista con buenos ojos, y eso hería a Ana. Tomando su caso en serio, ella entró en el tabernáculo en Silo y oró de tal modo que el sacerdote Elí pensó que estaba alcoholizada, pues movía su cuerpo de un lado para el otro. El sacerdote fue hasta Ana y, al enterarse de su dolor, la bendijo para que se fuese en paz, y el Señor la honró.

LA PRUEBA QUE FALTABA: Jonatán dijo entonces a David: «Vete en paz, porque ambos hemos jurado en nombre de JEHOVÁ, diciendo: “Que JEHOVÁ esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre.”» Se levantó David y se fue; y Jonatán volvió a la ciudad (1 Samuel 20:42). Jonatánoyó de su padre que David debía morir y, como fue acordado, hizo que el hijo de Jesé supiera del plan. Ellos se despidieron, pues ya no verían el rostro uno del otro, pero su amistad sería eterna. Nada les impediría ser amigos. David empezó a huir de Saul, sin haber dado motivo para tal persecución. ¡David se fue en paz, y eso bastó para aceptar la decisión final del Señor!

EL FIN DE LA AFRENTA: David recibió de sus manos lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, pues he escuchado tu petición y te la he concedido (1 Samuel 25:35). En los días en que huía de Saul, David y sus valientes, junto con sus esposas e hijos, no tenían un asentamiento fijo, porque debían esconderse. En el desierto, este grupo protegió los rebaños de Nabal, un rico hacendado de la región. Un día, con los recursos casi agotándose y teniendo que alimentar a 600 hombres y sus familias, David envió a algunos de sus soldados para pedir ayuda al próspero hombre. La respuesta de Nabal fue una afrenta a David, que decidió acabar con él. Sin embargo, la esposa de Nabal se acercó e intercedió para que no lo hiciera, trayendo una buena ayuda. Él la bendijo para que se fuese en paz. Cuando su esposo murió de muerte natural, Abigail se convirtió en una de las esposas del amado de Dios (lee todo el capítulo 25 de 1 Samuel).

HOMBRE DE PAZ: Llegó David a donde estaban los doscientos hombres que, muy cansados para seguirlo, se habían quedado en el torrente del Besor; y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Cuando David llegó, saludó a la gente en paz (1 Samuel 30:21). Al volver de los filisteos, David fue a Ziclague, donde había dejado a los suyos. Allí, supo del ataque de los amalequitas y que habían aprisionado a las mujeres y los niños, incluso de su propia familia. En esa ocasión, los enemigos incendiaron la ciudad. Los hombres del lugar se rebelaron y dijeron que iban a apedrear al siervo del Señor. David, entonces, se dirigía a realizar el rescate cuando percibió que un tercio de su grupo había quedado detrás debido al cansancio. Ante esto, continuó, acabó con los amalequitas y liberó a sus dos esposas y sus hijos, así como a las otras familias de su pueblo. Cuando regresó, saludó a los 200 que no fueron con él, pero quedaron en paz, esperando con las fuerzas renovadas. ¡Ese es el carácter del hombre de Dios!

En Cristo, con amor,

Dr. R. R. Soares

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